El autito que quería volar
Ladín era un auto ya pasado de moda que vivía en un taller mecánico desilusionado porque no podía hacer realidad su mayor sueño: volar. Pasaba el día observando a las aves encumbrarse en la majestuosidad del cielo; deseaba que sus puertas de latas viejas pudieran convertirse en bellas y firmes alas. En eso precisamente pensaba cuando una mañana vio que una mariposa cubierta de mágicas luces se posaba sobre su volante.
- Ladín, soy tu hada madrina. He escuchado tu deseo y vengo a hacerlo realidad- le dijo la Gran Mariposa Dorada.
- Hadita, hadita maravillosa. ¡Qué feliz sería si pudieras cambiar mis puertas oxidadas por un par de lindas alitas!- respondió emocionado el viejo autito.
Entonces, el hada agitando suavemente sus alas hizo desaparecer a Ladín y en pocos segundos el autito reapareció con dos alas de hermoso colorido. Ladín, lleno de ansiedad, comenzó a batir las alas, pero se desanimó cuando notó que no lograba su objetivo.
- Ya cumplí tu deseo, Ladín, pero no puedo hacerlo todo. Tu solito tendrás que aprender a volar.- La Gran Mariposa Dorada comenzó nuevamente a agitar sus alas y en un segundo aparecieron dos alegres pajaritos. En ese mismo momento el hada lentamente desapareció.
- Ladín, confía en tus nuevos amiguitos. Ellos te guiarán.- Susurró la Gran Mariposa Dorada cuando ya había se había desvanecido.
- Hola Ladín. Somos tus nuevos amigos. Nosotros te haremos reír y te enseñaremos lo maravillosa que es la vida siempre que la veas con optimismo y te esfuerces por aprender. Pero que tontos, cueeeeeec, no nos hemos presentado. Yo soy Hal, yo soy Con y juntos somos… Hal-cón. ¡Tataaaaaaaaaan!
Ladín, mitad alegre, mitad triste, no sabía si reír o llorar. El dúo Halcón era muy gracioso pero aún así él tenía alas y no sabía cómo usarlas.
- Amiguitos, ustedes son muy simpáticos, sin embargo no sirven de nada si yo no puedo volar. Tengo mucha pena.
- No te preocupes, Ladín. Nosotros te llevaremos a un lugar donde aprenderás fácilmente. Vamos, acompáñanos.
Los tres amigos llegaron a una linda escuelita. En ella daba clases de vuelo una monita muy amorosa, la que al ver llegar a sus dos plumíferos amigos les dijo:
- Hal, Con. ¡Me traen un nuevo alumno!
- Sí, Mona-monita. Aquí está, dijo Hal señalando a Ladín.
- Él se llama Ladín, viene de Autolandia y desea aprender a volar. Tiene un par de alas y no las sabe usar. Por eso viene a tu escuelita para que le enseñes a volar.- Dijo Con haciendo graciosos gestos.
- Hola Mona-monita. ¡Enséñame a volar… por fa, por fa, por fa! Exclamó ansiosament Ladín.
- Haber Ladín. Antes de volar debes saber algunas cosas que son muy importantes.
- ¡¿Cuáles son, cuales son?! Preguntó con desespero el autito.
- Primero debes calmarte. Es imposible que aprendas de buena forma si no estás relajado.- Respondió dulcemente Mona-monita.
Una vez que Ladín logró controlar su impaciencia, la profesora dijo:
- Lo importante en la vida es esforzarse por conseguir lo que quieres, Ladín. Debes creer siempre en ti y ser alegre. Cuando sientas pena busca la compañía de tus amigos: ellos te ayudarán siempre para que puedas hacer lo que no sabes. Siempre ten fe en Dios, mucha fe, porque así lo difícil se vuelve fácil y podrás aprender muchas cosas buenas; tus sueños se pueden cumplir si lo deseas de todo corazón.
Ahora sigue los movimientos del dúo Halcón.- terminó diciendo Mona-monita.
Hal realizaba chistosas piruetas: subía un ala y bajaba la otra; lo mismo hacía con sus patas.
-Sigue mi ritmo, Ladín. Verás que es muy fácil.- Decía, mientras Ladín lo seguía cómicamente.
- No, Ladín. Sígueme a mí, mejor.- Decía Con realizando una pirueta de ballet con las alas extendidas hacia los lados. Y Ladín giraba hacia el lado de Con con mucha gracia y Hal lo impulsaba para que diera un brinco.
Al dar el brinco las coloridas alas de Ladín se abrieron por arte de magia y el autito sin querer se dio cuenta que estaba volando.
- ¡Puedo volar, puedo volar! ¡Hal, Con, Mona-monita… estoy volando!- Gritaba lleno de alegría Ladín.
En ese mismo instante apareció nuevamente la Gran Mariposa Dorada y todos comenzaron a cantar:
*“Lo más importante en la vida es
Sonreírle al mundo
Con optimismo y fe.
Si tienes problemas o penas de amor,
Levanta tu frente y ríe que es mejor.
Ríe y contagia tu alegría. Ríe con más fuerzas cada vez.
Si un mal paso das, quién te hará sufrir.
Debes ignorarlo y vuelve a sonreir. Lalalaralala, lalaraaa”.
Autor: ©Gilberto Palacios.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.
*Tema central del "Jappening con Ja"
Autor: ©Jorge Pedreros.