Balada de la mano mojada
Ha calado un sorbo de agua
entre los dedos de una
mano agrietada.
Se ha vuelto arroyuelo
la arrugada palma entre
cópulas de hidrógenos
y oxígeno.
En el bebedero del tacto
vivo sacia su sed el
latir que el corazón
extravió de tanto
jugar a la gallinita ciega.
Sí. Se caló un sorbo de agua
en la suculenta joroba que
la mano ostenta en su relieve,
y aquel acto tan simple
ha provocado que la piel
transplante sus escamas
a un pez minusválido.
Es el crepúsculo y ahora
se hidratan roces líquidos.
¡Se sincera el agua
con la sequía del palpar!
Autor: ©Gilberto Palacios.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.
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